¿Quién fue Tomás Godoy Cruz?
Godoy Cruz es una persona “formada”. Estudió en la Universidad San Felipe en Santiago de Chile y se graduó a los 22 años de bachiller en Filosofía, Cánones y Leyes. Era abogado. Eso podrá ser un buen condimento. Pero no es determinante. Otro ítem importante, es que trabajó siempre. Fue un emprendedor que anticipándose al panorama convulsionado que vendría, abrió visionariamente una fábrica de pólvora.
Otro dato favorable de campaña electoral será que proviene de una familia que, además de ostentar una profunda filiación con Mendoza, no mostrará manchas en su pasado. Era una familia pionera de Mendoza. Su tío abuelo fue un sacerdote jesuita: Juan José Godoy, reconocido precursor de la independencia americana en los momentos bravos. Su padre Clemente Godoy Videla, tuvo mucha experiencia de gestión. Fue Alcalde de Primer Voto; es decir que ocupó las funciones de controlar la seguridad y administrar justicia. Le ocasionó problemas, pues por su integridad juzgó y encarceló hasta parientes. Era incorruptible. Honrará una premisa que en la actualidad está un “poquito” devaluada: “dentro de la ley, todo. Fuera de la ley, nada”.
Por último. Seguro de este punto saldrá el slogan de la campaña “Godoy Cruz Gobernador”. Tomás Godoy Cruz, a pesar de su juventud (en 1820 tenía 29 años) poseía una gran experiencia política, además de coherencia y lealtad probada a la causa independentista. Su derrotero de gestión empezó cuando San Marín llegó a Mendoza como gobernador (1814).
En realidad, Godoy Cruz fue mucho más que un aliado del Libertador y su portavoz. No solo sostuvo las ideas libertarias sanmartinianas, sino que también se convirtió en su amigo y en el máximo operador del General. La afinidad llegó a tal punto que San Martín lo introdujo en la Logia Lautaro, pero sobre todo le pidió que fuera el adalid de las ideas estratégicas para declarar la independencia en Tucumán. Fue “el hombre de San Martín” en ese Congreso, y quien apuró la necesaria declaración ante el oscuro panorama interno y externo que se avecinaba. “Es ahora, o nunca”; habría sostenido San Martín a Godoy Cruz, y este cumplió. “¡Hasta cuando esperaremos declarar nuestra Independencia! No le parece ridículo, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quién en el día se cree dependemos” (Carta de San Martí a Godoy Cruz / 12 de abril de 1816). Gracias a esa acción determinante, junto a Maza y los otros congresales cuyanos, el ejército libertador pudo partir 6 meses después a Chile.
El duro contexto preelectoral
Los avatares políticos hicieron que el Congreso se trasladará a Buenos Aires. Durante ese tiempo (1817 – 1819) Godoy Cruz, el más joven de todos los congresales, ocupó la presidencia en dos oportunidades. Cumplida su función volverá a Mendoza.
En poco tiempo Mendoza había cambiado radicalmente su matriz cultural y productiva. Se había convertido por acción de San Martín, y su equipo de gestión, en uno de los centros neurálgicos de la política sudamericana. Fue en ese momento histórico cuando la provincia de Mendoza se convirtió en la última esperanza liberadora, mientras todo alrededor estaba en llamas. Con conflictos complejos, pero firme en sus convicciones, Mendoza se mantuvo de pie.
Tras el traslado del Congreso a Buenos Aires, se sancionará la primera Constitución Argentina (1819). Dicha constitución sufrió el rechazo de las provincias, pues le brindaba amplios poderes al gobierno central y restringía las autonomías provinciales. Todo este tironeo derivó en la Batalla de Cepeda (1 de febrero de 1820) enfrentándose dos bandos antagónicos: unitarios y federales. Por un lado, el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, José Rondeau. Por el otro lado, los caudillos federales de Santa Fe, Estanislao López, y de Entre Ríos, Francisco Ramírez, ganadores a la postre de la batalla y apoyados por Artigas y por José Miguel Carrera.
Durante el tiempo transcurrido entre la Constitución Argentina de 1819 y la Batalla de Cepeda ya se habían separado del gobierno central las provincias de Tucumán, Salta y Cuyo. El triunfo federal tuvo como consecuencia la disolución de las autoridades nacionales: el Directorio y el Congreso Nacional. El país quedó desde entonces integrado por trece provincias autónomas y sin un ejecutivo nacional rector. Empezaba la llamada “anarquía”.
Objetivo: continuar la transformación para profundizar el cambio
En ese clima es electo Godoy Cruz el 3 de julio de 1820. “Al pueblo de Mendoza se le puede dar la enhorabuena por su elección. Dios le de acierto”; le escribió San Martín enterado de su elección. Godoy Cruz representaba la continuidad del proceso transformador de Mendoza iniciado por San Martín y seguido por Luzuriaga.
Mientras tanto, y antes de la gobernación de Godoy Cruz, los sucesos nacionales estaban repercutiendo fuertemente también en Cuyo. El Cabildo mendocino asumió interinamente el control del gobierno. Las provincias de Cuyo dejaron de ser una unidad administrativa, naciendo como provincias autónomas: Mendoza, San Juan y San Luis. En tanto, Pedro José de Campos se convertirá por semanas apenas en el Gobernador de Mendoza.
Es ahí, cuando tras la renuncia de Campos se eligió a Tomás Godoy Cruz.
Ahora, “la gestión Godoy Cruz”
La gestión de Godoy Cruz duró casi 2 años. Esto propuso y realizó en su gobierno. Reitero, fue hace 201 años.
Lo primero que hizo fue efectuar “una ferviente y emotiva convocatoria a la concordia y la compresión de los bandos” (Jorge Scalvini. Historia de Mendoza. 1965). Convocó a un Cabildo Abierto, incorporando a ambos bandos a su gestión, para crear una Junta de Representantes (poder legislativo). Lo que parecía irreconciliable, pudo lograrse. Permitió el regreso de los exiliados. Y entre sus principales medidas dispuso “crear puestos de trabajos”, regular sus sueldos y revisar que cargos “se habían ‘atornillados’ a sus sillones, ya sea para removerlos o cesantearlos”.
Estableció la quita de impuestos para los emprendedores y comerciantes que quisieran proyectarse a provincias vecinas. Estimuló la diversificación de la matriz productiva de Mendoza, ayudando a quienes iniciarán emprendimientos cerealeros, lecheros, de bebidas blancas “espirituosas” o la cría del gusano de seda. Fomentó la minería como otra alternativa económica. Pero también protegió la industria del vino reclamando la necesidad de prohibir la importación de vinos extranjeros, además de abolir impuestos internos que lo gravaban desde la época colonial. Señaló que esas medidas “eran las que universalmente adoptaban todas las naciones para fomentar las industrias regionales”.
Durante su gestión se editará el primer diario público de Mendoza: “El termómetro del día”. Inmediatamente también surgirá “La Gaceta de Mendoza”. Estimuló la educación y el estudio de lenguas extranjeras. Nacionalizará la validez de los títulos secundarios del mendocino Colegio de la Santísima Trinidad. Le dará a la Justicia el carácter de uno de los poderes constitutivos imprescindibles del estado.
“Se va la primera”
Fue un ilustrado. Un estadista. Un piloto de tormentas al que no le tembló el pulso tampoco cuando tuvo que ponerse firme ante los embates, nada menos, que de los Aldao o los Carrera.
Ese fue el Godoy Cruz de la primera gobernación. Su carrera pública y política proseguirá. Quedará mucha tela por cortar en la historia de este mendocino. Una historia apasionante. Por momentos brillante, y por momentos trágicamente desgarradora.
Esta nota fue publicada por MEMO, Política, Economía y Poder, el lunes 5 de julio de 2021